Apenas estoy fuera de la obra tomando un café y me percibo en un estado de sensibilidad en el que puedo dudar de todo (de una insignificante acción como levantar la taza) sin juzgar esa duda como una “inseguridad”. Nuestra sociedad nos vende tantas imágenes de poder que en la medida que podemos correr la mirada hacia otras sensibilidades se nos torna más liviano el peso de nuestras máscaras sociales. En ese punto trabaja la técnica del Clown en general, en reconciliarse con lo frágil, incluso con lo ridículo. En exponerse tal cual somos sin juzgar como debilidad o fortaleza, seguro o inseguro el fluir de nuestros sentimientos / pensamientos. Y es en esta obra donde percibo que se ha llevado a un nivel superior esta propuesta, sobre todo, en el personaje del hombre, neurótico, obsesivo o tantos calificativos psicológicos como querramos añadir encajan. Todos los encarna y los lleva a su esplendor. Es imposible no identificarse con las dudas sin sentir una compasión cómica por todo lo que le pasa. A su lado está su antí-tesis en varios sentidos: ¿una mujer extrovertida para un hombre introvertido? Una compañera de diálogo que encarna otros juegos, otro carácter bastante opuesto: muy identificada con el “Estilo” que muestra hacia el exterior.
Es que, de algún modo, los personajes tocan algo de los conflictos de la masculinidad y la feminidad de nuestro contexto histórico a través del chiste. Una sana manera de de-construir nuestros roles de género, dicho sea de paso. De lo inauténtico a lo auténtico: ¿Qué desea el otro de mí? Hacia: ¿Cuál es mi deseo en cuanto mí? En este punto es donde se da el tema de la obra que no es en sí el amor romántico, o una obra en clave de los pasos que tiene que superar el galán-sujeto hasta “conquistar” a la mujer-objeto. Más bien, es una obra introspectiva, en la cual la mujer opera como ayudante del sujeto a encontrar el objeto “sí-mismo”.

Seguir contando sería “spoiler”, por lo que los invito a ver esta hermosa obra categorizada como clown metafísico, una categoría con la que discrepo. Yo la llamaría Clown existencial, porque creo que el problema se da entre “El ser y el tiempo”, pero no con entidades abstractas, sino con la reinterpretación de su propia historia para dar un nuevo sentido en el presente a su vida y encontrarse con su propio deseo.
En el plano de lo técnico, cabe destacar por supuesto las increíbles actuaciones, la escenografía minimalista, el juego impecable con la iluminación de manera narrativa y la excelente musicalidad que influye sobre la escena. Una hermosa combinación de lenguajes que no hacen más que retroalimentarse para que el sentido de la obra nos llegue con mayor profundidad.
Actúan: Octavio Bustos y Leticia Torres
Autores: Patricio G. Bazán, Octavio Bustos, María Rosa Frega y Leticia Torres
Asistente de dirección: Patricio G. Bazán
Escenografía: Salvador Aleo
Vestuario: Jorge Orlando
Iluminación: Simón Aguilar
Coreografías: Gustavo Monje
Dirección: María Rosa Frega