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Cultura

UNA – de Giampaolo Samá y Miriam OdoricoPor Manuel Larrabure

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“Donde hay poder, hay resistencia”
Michel Foucault

Es realmente asombroso cuando una actriz tiene la capacidad de interpretar perfectamente a un personaje, ya cuando tiene la capacidad de interpretar a muchos, es alucinante. Y Miriam Odorico tiene la virtud de la versatilidad para entrar y salir de múltiples caracteres y representar una narración en la que la relación entre uno mismo y los otros resulta en la tensión dialéctica en la que se basa este drama ontológico. ¿Será un guiño en el plano del meta-relato que viene a dar cuenta de la multiplicidad de voces que nos habitan? ¿Los cien mil que somos antes que ser nadie o hasta llegar a ser nosotros mismos?

Un detalle en el cuerpo notado por su pareja lleva al personaje a tomar conciencia de que su imagen auto-percibida no coincide con lo que los demás perciben de ella. Algo mucho más siniestro aún, que existe un lugar en la imaginación de los otros donde ella es alguien que ni siquiera conoce. Y algo más, que ella es comparable, lo que abre una herida muy fuerte: si, no somos únicos. De la toma de conciencia de este rasgo corporal y una posterior fase de obsesión con mirar su propio cuerpo en busca de imperfecciones en sí misma y en los demás devendrá una crisis de identidad que plantea el lugar propio en el mundo: el “ser para sí” en confrontación al “ser para los otros”. Un periplo en el que por medio de la narración accedemos a conceptos tan fundamentales de la filosofía moderna de manera sensible e intuitiva. ¿Sera que solo accedemos realmente a los grandes conceptos por esta vía?  

Es interesante pensar este problema dialéctico al estilo Hegeliano en una época en la que se nos bombardea por redes sociales con el concepto de “amor propio” de un modo tan irresponsable, en posteos que conllevan una reflexión de 2 minutos para un tema tan complejo, como si no requiriera de una meditación profunda y reposada. No podemos librar nuestro destino a las nuevas propuestas con olor a viejo liberalismo del coaching del tipo “si quieres, puedes” o demás apelaciones al voluntarismo mágico. Asumir el lugar en el mundo implica una posición hacia una utopía como, a su vez, una negatividad (¿radical?) hacia lo que se rechaza. Y esta posición implica un costo. Como dice la vieja frase: no se puede ser amigo de Dios y del diablo. Y en este tiempo sin utopías, seguir soñando puede ser la vía para cerrarle la ventana al poder. 

En cuanto a lo técnico, es como dije anteriormente, es para aplaudir de pie la actuación impecable de Miriam Odorico, la dirección atenta de Giampaolo Samá que, a su vez, traduce y adapta al teatro la novela “Uno, cien mil, ninguno” de Luigi Pirandello escrita en 1925. Como su nombre indica, Giampaolo es italiano por lo que trae a nuestro presente una trasposición impecable de un texto clásico de su tierra. Otra faceta de su vida profesional es la fotografía, con la que se trabaja muy bien en la obra, desde una iluminación y una puesta en escena mínimas, que resaltan cada gesto y clima producido en el cuerpo de la actriz. Una última mención al vestuario, que no por ser el de una sola actriz carece de mérito. Para mayor deleite todos los elementos del conjunto unidos hacen más que la suma de las partes.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: Giampaolo Samá

Actúan: Miriam Odorico

Vestuario: Julio Suárez

Diseño de luces: Giampaolo Samá

Diseño gráfico: Paola Bilancieri

Dirección: Giampaolo Samá

 
Web: https://www.timbre4.com/teatro/626-una.html

Duración: 70 minutos

www.revistaelinconsciente.com.ar

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