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Mitos y verdades de la “casa mínima”, “casa angosta” o “casa del esclavo”

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Esta curiosa edificación colonial está emplazada en el número 380 del Pasaje San Lorenzo. La construcción de 3,27 metros de ancho y 13 metros de profundidad, en realidad es un “residuo arquitectónico” de un galpón que ocupaba casi media manzana. La edición de junio de la Revista Gente publicó una nota y una colección de fotos actuales de la mítica construcción santelmina.

El ingreso a la propiedad consta de un pasillo de azulejos de estilo francés con motivos florales, e inmediatamente se llega al patio central que contiene una pequeña cocina/baño. A la habitación principal y único dormitorio se accede por unas escaleras de madera donde se encuentra el pequeño balcón con vista privilegiada al Pasaje San Lorenzo. Las paredes del primer piso están revestidas “con barrio batido y bosta de caballo”.

El arqueólogo Daniel Schávelzon coordinó trabajos de investigación en la casa. En la habitación, se recuperaron los marcos de las ventanas. En algunos sectores de la casa persistió el color rojo punzó, como en una de las puertas. Este tipo de pintura aplicada directamente sobre el sustrato de madera indicaría que la habitación fue edificada antes o durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829-1852).

La familia Lezica Peña fue la propietaria del terreno y habrían adquirido el lote en el año 1790. Arrancó como una “Barraca” para acopiar cargamentos de cuero y otras mercancías de exportación, pero finalmente luego de algunas idas y vueltas la finca devino en una edificación para alquiler comercial.

Las escrituras en estos tiempos eran difusas y las sucesiones tenían que ver muchas veces con declaraciones juradas y testigos que certificaban la posesión de quienes se arrogaban derechos. Lo cierto es que el 22 de mayo de 1823, “después de realizada la mensura definitiva del terreno, junto a las declaraciones de los vecinos colindantes, se certificó la posesión del terreno y barraca del Riachuelo a Don Andrés de la Peña Fernández y sus albaceas concretaron finalmente la venta, utilizando ese documento como título de propiedad”.

En el texto de escrituración no se menciona cesión de parte del terreno a esclavos ni siquiera el alquiler de una habitación a la servidumbre. Ceder un espacio privado para usufructo particular del esclavo podía llegar a plantear futuros reclamos de posesión de la propiedad por el liberto o sus herederos. Se desmorona el mito de la casa del esclavo liberto.  

Si bien en 1853 se  abolió la esclavitud en Argentina y en 1861 en la Ciudad de Buenos Aires; en algunos casos sucedía que las familias que tenían esclavos le otorgaban partes de sus casas para que estuvieran cerca de ellos y siguieran siendo sus «sirvientes”. Aún así no existe registro histórico que certifique que este sea el caso de la propiedad que estamos tratando en esta nota.

En tiempos de fiebre amarilla, como estrategia defensiva no fueron pocos los propietarios de estas edificaciones que además de mudarse para el “norte”, decidieron subdivir la propiedad para alquilarla a inmigrantes. En otras palabras se erigieron “conventillos” con las conocidas condiciones de vida en estos sitios de alquiler. En este sitio se registraron tres: dos con puertas hacia Defensa y otro con entrada desde el pasaje.

En este lote se estima existieron más de 14 habitaciones que contaban con solo un baño, siendo la Casa Mínima la que mejores condiciones tenía, ya que contenía una habitación, un patio, cocina y baño.

El derrotero entre 1900 y 1930 no es fácil de rastrear pero podría haber quedado algún tiempo deshabitada y hasta intrusada. Es en esta etapa que se tapió la pared oeste del patio que da a la calle Defensa, formando así una vivienda independiente.

¿Casa tomada? Foto de 1930. Los frentistas se tapan el rostro, probablemente incómodos por la fotografía.Foto: Archivo General de la Nación.

En la década de 1980 se instaló Silvio Bassi, un artista plástico que vendía sus obras en la feria del barrio.

Después de varias décadas de ocupaciones transitorias, en 1988 la casa mínima fue vendida junto con el resto de  la esquina a su actual propietario, quien finalmente tramitó la unificación de los lotes  (denominados en la excavación arqueológica casa 1, casa 2 y casa 3) de la esquina de Defensa y San Lorenzo, conforme a la realidad física del terreno. El empresario Jorge Eckstein, también es propietario del vecino “Zanjón de Granados”.-

Nota de interés: https://www.alertamilitante.com/informes/1732-un-zanjon-de-usos-multiples.html

Fotos: Revista Gente y Archivo General de la Nación

Fuente: “Mito y realidad de la Casa Mínima: una investigación sobre el imaginario porteño», del arquitecto Pablo López Coda. Publicado en el libro Los conventillos de Buenos Aires, la Casa Mínima, un estudio arqueológico, bajo el título de La Casa Mínima: una historia y una leyenda, páginas 67 a 102, Ediciones Turísticas, Buenos Aires, 2005. El autor es Arquitecto Restaurador, Investigador del IAA (FADU – UBA); profesor de taller de Conservación y Restauración de Obras de Arte (ROA) del IUNA.

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