Jorge Leandro Colás estrenó su documental «Los médicos de Nietzsche», un cruce entre medicina y filosofía, en el que se pueden debatir temas complejos como la razón, la moral y la compasión. Es oriundo de Río Negro estudió Diseño de Imagen y Sonido (FADU-UBA), su primer documental fue “Parador Retiro”.
¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en relación al lugar donde creciste?
Yo nací en Viedma pero desde chico vivo en Buenos Aires. Como mi padre se quedó allí, yo viajaba bastante para verlo. Ese ida y vuelta creo que fue marcando, tanto mis recuerdos como mi forma de ser, podría decir que me siento viedmense viviendo en Buenos Aires. En los últimos años paso bastante tiempo en Viedma y me encuentro en ese lugar, puedo disfrutar del silencio, de los atardeceres, del río y del mar.
¿Cómo lograste filmar tu primera película “Parador retiro” y dónde nació la idea?
Había terminado de cursar la Carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, estaba desarrollando el guión de una ficción enorme, pero un día, azarosamente irrumpió el documental. Estaba viendo un informe de un programa televisivo llamado “Punto Doc” sobre el Parador Retiro, un espacio que alojaba a 200 personas sin techo cada noche. Me impactó por un lado el lugar, un galpón con 200 camas, sin posibilidad de intimidad para las personas y por otro lado, el periodista empieza a entrevistar gente y uno de ellos termina diciendo que era estudiante de Imagen y Sonido. Ahí dije cualquiera puede tener una crisis, perder su casa, su familia y terminar pasando la noche en un lugar como el parador. A partir de ese momento de cierto impacto y empatía, no pude pensar en otra cosa, sentía la necesidad de contar las historias de esas personas. Empezamos a contactarnos y pudimos grabar. Fue un proceso de unos tres años de mucha intensidad y aprendizaje. La película nos dió muchas satisfacciones, tuvo mucha repercusión y recorrió muchos festivales alrededor del mundo.
Este año estrenaste dos documentales “Viedma, la capital que no fue” y “Los médicos de Nietzsche” ¿Que similitudes y diferencias encontrar entre ambas películas?
La verdad es que son películas muy distintas, tanto por su temática como por su forma. En “Viedma” quería contar el cuentito, no tenerle miedo a lo informativo, a las entrevistas, al archivo. Quería que quede un registro claro, contundente y concreto de lo que fue el proyecto de traslado de la capital en el año 1986. Al ser de Viedma, sentía que la historia grande del país nos pasó por la esquina, cerquita, pudiendo haber cambiado no sólo el eje geopolítico de Argentina sino tal vez su destino.
En cambio, “Los médicos de Nietzsche” iba por otro lado, iba a ser un documental de observación al estilo de mis películas anteriores con otro ritmo, con mayor exploración. Es una película que se hace cargo del desafío de vincular dos mundos tan disímiles como el de la medicina familiar con la filosofía de Nietzsche.
¿Cuáles consideras que son los principales problemas con respecto a la exhibición de cine en la actualidad?
En el caso de los documentales, que es lo que más conozco, creo que es contraproducente la idea de la semana cinematográfica de jueves a miércoles. No se puede construir un público en esos siete días, con dos o tres pasadas cada día.
Los documentales necesitan un tiempo más prolongado para instalarse, que el boca a boca funcione, que los segmentos de públicos interesados se enteren de que la película existe.
En cambio, otros espacios con programación semanal, como el Centro Cultural San Martín o el CCK, con más tiempo entre una función y la siguiente, con posibilidad de debate posterior con realizadores y protagonistas, conforman un entorno mucho más amable para este tipo de producciones.
¿Cuáles son los siguientes desafíos de Salamanca Cine, tu productora audiovisual? ¿Y cuáles son tus siguientes desafíos como director?
En los últimos años, con Carolina Fernández, mi socia en la productora, estamos intentando hacer documentales que tengan mucha conexión con el público. Nos gusta ver las salas de cine llenas viendo documentales, empatizando, sintiendo y vibrando con historias que provienen del universo de lo real.
En cambio, hablando como director me resulta más difícil pensar en desafíos, en planeamientos, incluso en la idea de carrera. Creo que dirigir documentales es una actividad que está muy vinculada con la propia vida, con qué historias aparecen, se imponen y te generan la necesidad de contarlas.
Mi próximo proyecto tiene que ver con Jorge Julio López, aquel albañil de La Plata que desapareció dos veces, primero en dictadura y luego en plena democracia tras declarar en la causa Etchecolatz. Es un caso complejo, incómodo, pero creo que interesante para verlo desde el presente.
Fermín de la Serna
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