En el barrio de Villa Urquiza, sobre la calle Monroe al 3982, emerge un rincón que resguarda la historia y el sabor del elixir dorado. El Museo del Whisky, fundado por Miguel Ángel Reigosa, se destaca como un tributo a la esencia espiritual de Escocia y como un faro cultural en el corazón porteño. Desde sus raíces en 1494 hasta su esplendor actual, este recinto teje una narrativa cautivadora sobre la bebida amada por muchos.
La travesía del whisky, derivado del gaélico ‘uisge beatha’, desvela su nacimiento en tierras escocesas. Un antiguo decreto real del rey Jacobo IV de Escocia a fray John Cor en 1494 despierta el recuerdo de los primeros compases de esta destilación mágica. En una época donde la malta y la destreza se fusionaron para crear el «aqua vita» real, el whisky emergía con timidez pero determinación.
El Sr. Miguel Angel Reigosa
Hasta hace poco, Edimburgo sostenía el título de poseer el mayor santuario del whisky, albergando unas 3.384 botellas en su colección. Sin embargo, los vientos del cambio llegaron a través del Atlántico, ondeando la bandera del Museo del Whisky en Villa Urquiza. En 2014, en una antigua casona revitalizada, nacía este templo a la esencia destilada. Años de devoción y pasión guiaron a su dueño, Miguel Ángel Reigosa, a convertir su sueño en realidad, culminando en la coronación del museo como el más grande del mundo por Guinness World Records.
Miguel Ángel Reigosa, un apasionado empresario con un vínculo arraigado al whisky desde 1993, abrazó con fervor la misión de preservar la tradición y la magia del líquido ambarino. En un encuentro memorable con los representantes de Guinness, la promesa se selló: Argentina sería el hogar de la colección más colosal. Este compromiso, nacido durante una visita al museo de Edimburgo, floreció como una obsesión hecha realidad.
La historia de Reigosa está entrelazada con la del whisky. Desde los 14 años, heredando la pasión de su padre, comenzó su travesía en este mundo dorado. Su dedicación encontró recompensa cuando en 2020 fue nombrado «Keeper of the Quaich», un honor supremo en el reino del whisky. Entre las joyas de su museo destacan una botella conmemorativa del vuelo inaugural del Concorde y una Royal Salute 62 Gun, obsequio de la Reina Isabel II de Inglaterra.
El Museo del Whisky trasciende su papel como un tesoro de botellas coleccionables. Su bar y restaurante son oasis para los curiosos y entusiastas. Aquí, las catas se convierten en exploraciones sensoriales, y las etiquetas de todas las latitudes cuentan historias de destilación y pasión. El legado del whisky, impregnado de cultura y camaradería, atrae a jóvenes y mujeres, guiados por la búsqueda de experiencias auténticas.
Un capítulo especial en la historia del Museo del Whisky es el homenaje a los caídos en el conflicto de las Malvinas. Reigosa, un veterano de aquel enfrentamiento, se unió a la destilería escocesa Glen Moray para crear una edición limitada de 904 botellas, honrando a todas las almas perdidas en ambos bandos. Este gesto conmovedor refleja la unión en la diversidad y subraya la esencia de la humanidad compartida.
En una tierra donde el vino es rey, el whisky se alza como un embajador de pasión y perseverancia. El Museo del Whisky en Villa Urquiza no solo rinde tributo a una bebida, sino también a la devoción y al compromiso de un hombre que transformó un sueño en un recuerdo tangible. Alzamos nuestras copas en reconocimiento a la rica historia de esta bebida y a la importancia de disfrutarla con moderación, celebrando así no solo su sabor, sino también su impacto en nuestras vidas.